“Preferiría no hacerlo.”

Hay narraciones largas, que nos hacen gastar ojos en letras y saliva en pasadera de hojas y que, al final, son tan insustanciales como una gran burbuja. Y luego hay cuentos cortos que tenemos que leer tantísimas veces porque no sabemos si les sacamos bien todo lo que tenía qué decirnos.
Algo así es el cuento de Herman Melville, “Bartleby, el escribiente”. No les voy a describir la trama, porque es tan corto, que probablemente escribiría más tratando de resumirlo, que lo que tiene el cuento mismo.
Lo que quisiera transmitirles es el sentimiento de total frustración que me causó el protagonista (aunque, en realidad, no haya hecho nada) de la historia. Ante alguien que no quiere hacer nada, el narrador se siente fuera de la estrecha zona de confort que rodea su existencia. La inactividad total del tal Bartleby es casi violenta en su no existencia. Todo el mundo a su alrededor se siente profundamente afectado por su presencia. Y he allí la genialidad de la corta obra: nos molesta algo que no existe.
Yo siento una especie de agobio cuando leí que Bartleby decía cada vez más frecuentemente “Preferiría no hacerlo”. La vida, tal y como la entiendo, exige constante movimiento. Todo a nuestro alrededor cambia. Pero Bartleby se rehúsa a cumplir con esa exigencia de la realidad. Se queda clavado en su falta de ganas y se convierte en una estatua atravesada en el centro de la habitación, estorbando el paso y muy fea para acabar de arreglar el asunto.
¿Por qué molesta tanto? Pues porque desafía algo que damos por sentado: que todo el mundo tiene que querer algo. ¿Y si no es así? ¿Si verdaderamente existen personas que simplemente no desean nada? ¿En qué nos afecta eso a nosotros? Pues en que nos hace considerar todo lo que nos empuja. Todos tenemos un poco de temor de examinar los motivos de nuestras vidas, porque tal vez encontremos que son muy pobres.
El cuento, corto y de fácil lectura, da para este tipo de consideraciones y muchas más. Léanlo y miren nuestra discusión del mismo en La Ciudad de Los Libros.
¡Hasta la próxima!
Luisa Fernanda Toledo
http://luisaftoledo.com/
Conversaciones de desayuno
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